martes, 23 de septiembre de 2025
Los entrenadores con paciencia, disciplina y fe, siembran semillas que van más allá del deporte.
José García - Prensa Mindeporte
Mientras los reflectores iluminan a los jóvenes que dejan todo en la cancha, en los Juegos Intercolegiados 2025, Región Centro Sur, hay figuras que permanecen al margen del protagonismo, pero que resultan esenciales: los entrenadores. Son ellos quienes, con paciencia, disciplina y fe, siembran semillas que van más allá del deporte.
Felipe Bustos, entrenador de la delegación del Putumayo, sabe bien de lo que habla. Desde Mocoa ha trabajado durante cinco años con jóvenes que sueñan con llegar lejos. Con un grupo competitivo y lleno de ganas, ha aprendido a construir equipos resilientes que no solo piensan en ganar partidos, sino en crecer como personas. "Sin duda alguna, la puntualidad y la disciplina marcan la diferencia. El deporte cambia la vida, y los Juegos Intercolegiados motivan a ser mejores deportistas. Una buena participación aquí, incluso les abre puertas académicas para el futuro", asegura.
En otro rincón de la competencia, Edwin Velásquez Andrade, entrenador del Huila, comparte esa visión. Orgulloso de su equipo, destaca el valor de este proceso: "Esto es un proceso muy bonito, que nos permite mostrar el deporte como vehículo de la formación integral de los deportistas. Para nosotros este es el mejor evento del país, porque el deporte escolar marca la pauta para que estos niños logren sus objetivos a futuro".
Felipe y Edwin, aunque vienen de realidades distintas, coinciden en un mismo punto: el entrenador no solo enseña a jugar, también enseña a vivir. Felipe habla de la obediencia como uno de los mayores retos; Edwin resalta cómo el deporte aleja a los jóvenes de las pantallas y les da herramientas para organizar su tiempo y proyectarse. Sus palabras son diferentes caminos hacia un mismo destino: formar seres humanos y deportistas íntegros.
En Melgar, donde se disputa el regional Centro Sur, sus voces se entrelazan en el eco de un mismo mensaje: el verdadero triunfo no siempre está en la medalla, sino en la capacidad de levantarse tras la derrota, de aprender a trabajar en equipo y de descubrir que el esfuerzo abre puertas que el talento por sí solo no alcanza a tocar.
Ellos, los entrenadores, son los guías silenciosos de esta fiesta deportiva. Con cada indicación, con cada gesto de confianza, enseñan que los sueños se alcanzan con disciplina y que el deporte es una escuela de vida. Los Juegos Intercolegiados no existirían sin esos líderes que creen en sus jóvenes incluso antes de que ellos mismos lo hagan.
Los Juegos Intercolegiados son más que una vitrina del talento juvenil de Colombia: son el reflejo de un país que cree en el deporte como camino de transformación. Pero detrás de cada equipo que compite con garra y pasión, están los entrenadores, esos hombres y mujeres que siembran disciplina, confianza y sueños en sus deportistas. Su entrega es la brújula que orienta a cada joven en el camino de la competencia, y juntos, atletas y entrenadores, tejen la esencia de un torneo que no solo forma campeones, sino también seres humanos con valores para la vida.
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