domingo, 21 de septiembre de 2025
Los Juegos Intercolegiados 2025 alcanzaron una convocatoria histórica con la participación de 588 mil estudiantes de todo el país, consolidándose como el evento escolar más grande y representativo del deporte nacional.
José García Brito - Prensa Mindeporte
En Melgar, Tolima, el calor pegaba fuerte, pero nada detenía el espíritu del futsal. En la fase regional Centro Sur de los Juegos Intercolegiados 2025, la cancha se convirtió en escenario de un partido vibrante donde Jill Alejandra Ortiz, arquera del Caquetá, se alzó como protagonista. Bajo el arco, con las ganas puestas y la mirada firme, fue la guardiana que sostuvo a su equipo y celebró junto a ellas una victoria memorable frente a Putumayo.
El ambiente en las graderías era un concierto de voces: gritos de aliento de familiares, amigos y entrenadores, todos unidos en la misma pasión. Dentro del juego, Jill se movía con una seguridad única, ordenando a sus compañeras, levantando el ánimo en cada jugada y mostrando un liderazgo que salía de lo más profundo de su ser.
"Lo más difícil de ser portera es cubrir todo el arco y, al mismo tiempo, dirigir al equipo. Es un reto enorme, pero siempre doy lo mejor de mí", confiesa con una sonrisa tímida, aunque sus palabras salen firmes, como si hablara desde el mismo corazón de la cancha.
Jill viene del Caquetá, de la institución educativa Rural Villa Carmona, y en cada palabra refleja el amor por su tierra y por el deporte que la inspira. "Aquí en los Juegos Intercolegiados me he sentido muy segura en la portería. Vinimos con la ilusión de ganar, de llevar la victoria al Caquetá y alcanzar la fase final. Por eso estamos aquí".
Su familia, dice, es el motor que la impulsa. No necesita pensarlo demasiado para describirlos: "son mi motivación para seguir adelante. Ellos me dan la fuerza cuando más la necesito".
Pero los sueños de Jill no terminan en estas canchas escolares. Su mirada se proyecta mucho más allá. "Quiero ser profesional, triunfar en el futsal, graduarme del colegio y ayudar mucho a mi familia. Me veo en la selección de Caquetá y, quién sabe, quizá un día en la selección Colombia".
Ese es el eco que deja su historia: la certeza de que cada parada, cada voz de aliento y cada partido son pasos firmes hacia un futuro donde el futsal no será solo un sueño, sino el camino que ella misma se está trazando con disciplina y pasión.
Los Juegos Intercolegiados son más que una competencia: son el punto de partida para miles de jóvenes que encuentran en el deporte un camino de sueños y oportunidades. En estas canchas nace la disciplina, el carácter y la pasión que más adelante darán vida a los futuros deportistas de Colombia. Jill Alejandra y sus compañeras son ejemplo de cómo este semillero sigue forjando historias que trascienden el colegio y se proyectan hacia el deporte nacional.
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