
Foto: María del Carmen Vargas cuenta con 11 años de experiencia como campista
María del Carmen Vargas, una l
domingo, 17 de agosto de 2025
Jesús Miguel de la Hoz - Prensa Mindeporte
Paipa, Boyacá, agosto 17 de 2025. María del Carmen Vargas Ramos sonríe cuando dice que está a punto de dejar de ser "joven" según la ley. Y es que ese es su estado natural: mujer de risa fácil, conversadora, que afronta los miedos con determinación y auténtica. Así, ha logrado transformar obstáculos en aprendizajes y a convertirse en una de las líderes en el Encuentro Nacional de Campamentos Juveniles, programa en el que lleva participando 11 años.
Llegó en 2014, casi por casualidad. Le faltaban 40 horas de servicio social y aceptó una invitación de la profesora, Diana Morales, que le prometió certificarle las horas. Lo que parecía un trámite escolar se convirtió en un giro de vida. "Desde el primer departamental quedé enamorada. Ahí dije: yo quiero seguir, esto es lo mío", recuerda. Su primer gran reto: convencer a su mamá, Sandra Patricia Ramos, para que la dejara ir a un nacional. Lo logró y en Tabio, Cundinamarca, vivió esa experiencia.
Y se quedó. Tanto, que en 2015 ya era líder del bosque (unidad organizativa) en Gigante, tierra de su papá, José Misael Vargas, y después fundó el suyo propio en Suaza, tierra de su mamá, donde vive hoy por hoy. Entre viajes en moto para capacitarse, caminatas eternas en campamentos y noches de frío bajo carpas, fue formándose como líder. No lo hizo de la manera fácil: se costeaba la gasolina vendiendo manillas y artesanías, porque estaba convencida de que valía la pena invertir en ese sueño.
Con el paso de los años, su nombre empezó a sonar en el Huila. Primero como una joven entusiasta que no faltaba a ninguna actividad; luego como promotora capaz de organizar, motivar y sostener procesos. En 2022, cuando su departamento acogió el campamento nacional, en Isnos, ya no era la muchacha que cumplía horas de servicio social, sino una referente en medio de un relevo generacional que marcó la historia del programa en la región.
Hija de un profesor de educación física y de una madre que siempre le inculcó la disciplina, aprendió desde pequeña que en la vida para conseguir cada uno de los objetivos trazados, hay que luchar sin cesar. "Desde muy chiquita me enseñaron a trabajar. Esa fue la metodología en mi casa: ¿Cuánto tienes? O ¿Cuánto te tienes que ganar tú? Yo te pongo el resto para que tú tengas lo que quieres", dice. Por esta razón, entrega lo mejor de sí en todo lo que se propone.
Hoy, su compromiso va más allá del simple liderazgo: es mentora, amiga y guía para los más jóvenes que empiezan a dar sus primeros pasos en los campamentos. Ella sabe que su experiencia es semilla para otros y que su legado no se mide en años de participación, sino en las vidas que ha inspirado. "Las sonrisas son mi pago", afirma.
"Nosotros le aportamos al país sin necesidad de tener una remuneración a cambio, voy a seguir hasta donde pueda. Campamentos es mi vida, porque aquí descubrí que servir es también una forma de transformar. Cada risa, cada caminata, cada fogata y cada joven al que motivo son la recompensa que me impulsa a continuar", añade, con la misma convicción con la que inició, hace 11 años, un camino que ya no es solo suyo, sino de toda una generación que la reconoce como ejemplo.
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