
Foto: Omar Gaitán, de 16 años, pertenece al pueblo Amorúa.
Carol, Omar y Maicol: el sueño
lunes, 11 de agosto de 2025
José García
Bogotá, 11 de agosto de 2024. Puerto Carreño es tierra de paisajes amplios, de cielos infinitos y sueños que hoy crecen al ritmo del deporte. Desde este rincón del Vichada, tres jóvenes han encontrado en el balón y en la pista una forma de expresarse, de avanzar, de soñar. Carol, Omar y Maicol no solo entrenan bajo el sol de la frontera; también cultivan metas que nacen en lo local y miran hacia lo más alto. Para ellos, los Juegos Intercolegiados no fueron solo una competencia. Fueron el punto de partida de un camino que hoy recorren con mucha convicción.
Carol, Omar y Maicol entrenan bajo el cielo amplio del oriente colombiano y sueñan con escenarios más grandes. Para ellos, los Juegos Intercolegiados no fueron solo una competencia. Fueron el punto de partida de algo más profundo: su proyecto de vida.
Carol Bueno, de 15 años, habla poco, pero con convicción. Su voz es suave, casi tímida, hasta que el tema del futsal aparece. Entonces se enciende. "Soy una persona inteligente, divertida, y en la cancha también intento ser buena", dice con humildad.
En el fútbol sala encontró mucho más que un deporte: encontró un refugio. Allí se siente segura, capaz, viva. Cada gol que marca lo dedica: a su hermana, a sus profesores, a su familia. A quienes han creído en ella, incluso en los días en que a veces ni ella misma lo hace.
Aunque no avanzó a las fases regionales en los Intercolegiados, Carol vivió la experiencia con intensidad: "Sentí emoción, nervios, alegría, todo junto. Fue como entrar en otro mundo". Un mundo donde pudo mostrar su talento con ganas y sin miedo.
Su sueño es claro: jugar en grandes escenarios. "Quiero llegar lejos, ser profesional, y demostrar que desde lugares como Puerto Carreño también salen grandes deportistas", afirma.
Omar Gaitán, de 16 años, pertenece al pueblo Amorúa. Su energía es contagiosa. Desde los cuatro años corre, patea balones y entrena. No se imagina su vida sin el deporte. "Soy muy activo, no me gusta estar quieto. Si no estoy entrenando, estoy pensando en cómo puedo mejorar", comenta entre risas.
Divide su pasión entre el atletismo y el fútbol, pero este último lo cautiva más. "Me gusta el trabajo en equipo, los pases, los goles. Me gusta sentir que estamos todos luchando por lo mismo", asegura.
Durante los Juegos Intercolegiados 2024, su equipo llegó a la final de la fase municipal. No ganaron, pero él no lo vivió como una derrota. "Fue duro perder, claro. Pero también fue increíble llegar tan lejos. Sabíamos que habíamos dado todo".
Omar sueña con jugar en Europa y con llevar el nombre de su tierra a lo más alto. "Quiero que la gente sepa que vengo de Puerto Carreño y que puedo llegar muy lejos". La figura de su entrenador lo sostiene: "Él me motiva muchísimo. Me dice que siga, que no me rinda. Y yo sé que lo voy a lograr. Con esfuerzo, lo voy a lograr".
Maicol Ponare, de 15 años, tiene la claridad de quien ya conoce su camino. Carismático, expresivo y lleno de energía, habla con pasión. "Quiero ser grande. Quiero jugar fútbol y que el mundo sepa quién soy y de dónde vengo", afirma con seguridad.
Para Maicol, el fútbol no es solo un juego. Es alegría, es su motor de vida. "Entrenar me da alegría, me gusta", dice. Su participación en los Juegos Intercolegiados fue, hasta ahora, el momento más importante de su vida deportiva. Llegó con su equipo al partido final de la fase municipal. Estuvo a un paso de clasificar a la fase regional, pero no lo logró. Lejos de frustrarse, lo asumió como una lección. "Me gustó mucho llegar hasta esas instancias, fue muy emocionante y a pesar de la derrota, me disfruté mucho ese partido final".
Sabe que no está solo en su camino. Agradece a su familia, a su entrenador y a quienes lo han apoyado. Cada palabra que pronuncia revela su hambre de superación. Su sueño no es una fantasía: es una meta con nombre propio.
Los Juegos Intercolegiados son más que una competencia escolar. Son un escenario de transformación, un espejo donde miles de jóvenes descubren de qué están hechos. Carol, Omar y Maicol son el reflejo del poder del deporte: autoestima, disciplina, propósito.
Desde Puerto Carreño, estos jóvenes son testimonio de que los sueños, como los ríos, no se detienen. Se abren paso, se adaptan, siguen fluyendo.
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